La calle como cambuche

17 de enero de 2023

Por: John Jairo Blandón Mena

Los habitantes de calle han aumentado exponencialmente en los últimos años en las principales ciudades del país. Cada gran urbe en Colombia tiene su propio “Bronx”, y no hago alusión al condado neoyorquino, sino a esa zona de Bogotá que por cerca de una década fue epicentro de la criminalidad, del consumo indiscriminado e incontrolado de drogas, de la prostitución; y en general, de la muerte en vida de centenares de seres humanos.

Caminar o transitar en un vehículo por la carrera 54, entre las calles 54 y 57 en Medellín. O por el barrio María Paz en Bogotá. O por el barrio el Calvario en Cali, es enfrentarse a un verdadero infierno. Hombres y mujeres de todas las edades rodeados de basura y sumergidos en la drogadicción. Seres humanos que pareciera que han caído tan profundo, que es difícil ya sacarlos del abismo de su autodestrucción. El olor excremental, fétido a muerte, la intimidación de sujetos con sus miradas, cuerpos y cerebros perdidos por los efectos del bazuco, la marihuana, la cocaína, los inhalantes, los tranquilizantes, el éxtasis, la heroína; de todas o algunas de ellas juntas, hacen que cualquiera quisiera acelerar su paso para no presenciar esas dantescas imágenes.

Ni siquiera el Estado en ninguno de sus niveles aparece. A pesar, que estos sitios generalmente están a pocas cuadras de los edificios donde funcionan las administraciones públicas que gobiernan las ciudades y el país. Tal como por tantos años, el Bronx, la principal olla urbana del país funcionó a tan sólo 900 metros de los principales poderes institucionales: El Palacio de Justicia, el Capitolio y la Casa de Nariño.

Igual que la guerra se ha combatido aquí con más guerra, generando como consecuencia su agudización. El flagelo de los habitantes de calle y su drama social, se ha enfrentado con decisiones que han sido cíclicas y que se repiten en cada ciudad. Desterrar de un lado a otro a los cientos de habitantes de calle, trasladando sus asentamientos a los lugares más recónditos de las ciudades. Lo que han logrado con estas decisiones absurdas es generar cada vez más sitios de concentración de está población.

En Medellín, por citar un ejemplo, hay enormes concentraciones de habitantes de calle a tan sólo dos cuadras del Centro Administrativo la Alpujarra (donde funcionan todos los poderes públicos de la ciudad y del departamento), pero las hay también, y de manera creciente en la Plaza Minorista, en la Plazuela Nutibarra, en todo el sistema vial del rio, en el céntrico sector de Cúcuta con La Paz, en el barrio Prado; y en general, en casi todos los lugares del centro. Situación similar ocurre en Cali, que de acuerdo al Censo de Habitantes de Calle 2021 realizado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), es la segunda ciudad con mayor presencia de esta población, solo superada por Bogotá.

Las políticas públicas deben ser creativas e innovar soluciones a las grandes problemáticas sociales. La muerte de los niños en La Guajira no se detiene solo con bienestarina. El racismo no se acaba con uno o dos nombramientos de afrodescendientes en altos cargos del Estado. Así como no puede dárseles dignidad a los habitantes de calle y ofrecerles otra posibilidad de vida, solo obligándolos a moverse de una a otra zona de la ciudad.

Es necesario que el Estado priorice su acción en recuperar a los niños, niñas y adolescentes en situación de calle, para ello el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) debería tener un papel protagónico. Ampliar la red de hogares sustitutos y de instituciones receptoras de estos menores debe ser tarea impostergable. Respecto a la población adulta, la institucionalidad debe contar con rutas interdisciplinarias que permitan ofrecer otros caminos para recuperar estas vidas. Y que inclusive, aquellos que decidan quedarse en la calle, puedan contar con sitios seguros y controlados para ellos mismos y para los conciudadanos.

Habitantes en situación de calle

Sobre el autor

Abogado de la Universidad Católica Luis Amigó. Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Especialista en Métodos de Enseñanza Virtual de la Universidad Católica del Norte. Especialista en Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños de Clacso. Magíster en Educación del Tecnológico de Monterrey. Y actualmente Candidato a Doctor en Educación de la Universidad Católica Luis Amigó. Se ha desempeñado como docente universitario. Coordinador del Equipo de Trabajo de Medellín en el Proceso de Comunidades Negras (PCN). Coautor de libro: Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias. Editorial Poder Negro. 2015.
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