Tigray, Etiopía: epicentro de la barbarie y del olvido

Por Última actualización: 13/11/2024

 

02 de noviembre de 2022

 

 

Por: John Jairo Blandón Mena

Desde el pasado febrero, al unísono el hegemónico aparataje mediático del mundo ha presentado el conflicto ruso-ucraniano como la única y más sangrienta confrontación bélica en marcha. Los focos de los corresponsales de guerra de las grandes cadenas están en Kiev o en Moscú, exhibiendo los hechos desde la óptica ideológica prorrusa o prooccidental. Aunque ese conflicto ha dejado decenas de millares de muertos entre civiles y combatientes, y una estela de afectaciones a la economía mundial por la importancia geopolítica de ambos países. Lo cierto, es que todo eso lo hemos sabido porque es una guerra en el epicentro de los intereses minero energéticos de Europa y buena parte del planeta.

Pero, ni es la única guerra que tiene lugar hoy en el mundo, ni es la más sangrienta en términos de pérdida de vidas humanas. Sin lugar a dudas, lo que está aconteciendo desde 2020 en la región de Tigray al norte de Etiopía es una catástrofe humanitaria solo comparable con otros crímenes atroces que tuvieron lugar en África, como fue el genocidio en Ruanda.

Esta confrontación tiene sus raíces en las luchas políticas por el control de Etiopia. El Frente de Liberación del Pueblo de Tigray combate con las fuerzas gubernamentales apoyadas por tropas del fronterizo Eritrea. Esa región del país se encuentra completamente bloqueada, alrededor de seis millones de personas por dos años vienen padeciendo una hambruna infernal, a la que se suman la comisión en contra de ellos, de un sinnúmero de delitos de lesa humanidad.

Naciones Unidas ha documentado que alrededor de 2,3 millones de niños están sin asistencia humanitaria. Los desaparecidos se cuentan por decenas de miles. Los desplazados superan el millón. Los casos de violencia sexual y de ejecuciones extrajudiciales son brutales. Y las víctimas mortales de esa región completamente asediada, bloqueada, sin comunicaciones, sin comida, sin vías de transporte, y en uno de los confinamientos más grandes y duraderos de la historia, se cuentan por millares.

Hace una semana el director de la Organización Mundial de la Salud, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus calificó lo que ocurre en su país como la peor crisis humanitaria en la actualidad en el mundo. Además, señaló que la indeferencia de los líderes de los países desarrollados obedece a la condición racial de las víctimas. Concuerdo en su planteamiento, los muertos del África negra no le importan al mundo. Por eso, el multilateralismo no interviene en los varios conflictos que actualmente están en curso en el continente. Otro ejemplo claro, es que recientemente, el proceso de vacunación contra el Covid-19 en África registra avances inferiores al 50%, mientras que la mayor cantidad de los países de otras latitudes se acercan a vacunación plena.

Hace 10 días el diario El Tiempo de Colombia tituló un reportaje así: “En Tigray, hienas se comen a las víctimas de la guerra: van 2 años de conflicto”. La lectura de esa pieza periodística es un relato de la más cruenta película de horror. Desde 2020 más de 150.000 personas han muerto por desnutrición. Esta condición está prácticamente generalizada en toda la población de Tigray. El relato de un voluntario de una ONG de Derechos Humanos que aún permanece en la zona retrata la barbarie. 

«Las hienas se habían comido algunos de los cuerpos, y sólo podían ser identificados por los restos de su ropa. Los testigos dijeron que no habían tenido tiempo de enterrar los cuerpos y que seguramente las hienas ya debían haber acabado con ellos» (fragmento tomado del Periódico el Tiempo).

Escribir esta columna para www.diaspora.com.co me reconfirmó la inutilidad de la mayor entidad global que es la Organización de Naciones Unidas. Esta fue creada en 1945 tras la Segunda Guerra Mundial para mantener la Paz y fomentar relaciones de amistad y progreso entre las naciones. La verdad, es que urge una refundación de esa entidad multilateral burocratizada, tecnocratizada y lejos de cumplir su cometido en el mundo.

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