Fútbol, dictadura e identidad

Por: Melquiceded Blandón Mena

Históricamente el deporte, pero particularmente la industria del fútbol asociado, ha sido y es un hecho social que mueve millones de actores alrededor del mundo. Es una institución donde convergen desde los deportistas que hacen el espectáculo, pasando por millones de aficionadxs que en directo o a través de la pantalla aceden al entretenimiento, los amplios equipos técnicos, la corrupta dirigencia que administra el mercado, los grandes medios de comunicación que mediatizan y lo difunden como un hecho comercial, la dirigencia política que controla el orden deportivo ‘’nacional’’ y las relaciones globales que configura la inmensa empresa trasnacional que concita el fútbol, los mercaderes que controlan, representan y comercializan la fuerza humana de trabajo de los deportistas, las mafias que regulan el juzgamiento deportivo para el control de la industria de las apuestas y los resultados, las empresas científicas que producen medicamentos para la optimización de los rendimientos, en fin, toda una maraña de actores que responden a la institucionalización comercial y política del fútbol.

No obstante la institucionalización comercial y política del deporte, llama la atención los usos que hace el poder del fútbol asociado en la alienación colectiva y legitimación del orden social. Llama poderosamente la atención la gran movilización social que promueven los juegos de las selecciones nacionales de fútbol, para el caso de Colombia, los encuentros de su equipo nacional generan un desborde multitudinario de personas disfrazadas con la camisa de su seleccionado, una euforia de supuesta alegría y felicidad, un estado de éxtasis ante los espurios logros deportivos de sus ídolos, pero ante todo se produce un estado de alienación colectiva sobre la identidad nacional alrededor de la participación de algún seleccionado en un certamen internacional.

El fútbol asociado logra la producción de la dictadura de la identidad. Una falsa identidad que como la democracia nos hace libres, iguales y fraternos al uniformarnos con la camisa de la selección Colombia. El disfraz de la colombianidad, nos convierte en aquello que no somos, desaparece los antagonismos sociales, el clasismo, el racismo, el patriarcado para la producción de la fraternidad de los colombianos y colombianas ‘’libres’’ e iguales. 

Sin embargo, y como la realidad es en esencia contradictoria, esa dictadura de la identidad, también produce la diferencia para imponer la igualdad. Esta situación queda de manifiesta en las movilizaciones que hacen de sus huestes el bloque hegemónico, allí el poder convoca a que sus áulicos lleven el disfraz de la colombianidad, en una demostración de la iconoclastia del orden -al respecto ver lar marchas convocadas por el uribato-. El orden nos recuerda el contenido de la colombianidad, referido a los intereses de las elites regionales y su proyecto nacional ¿Garantes del capital? ¿Guardianes de las fronteras y el orden nacional?  ¿Capataces de esclavos?

La burguesía tradicional Colombiana ha aportado al proceso de dominación el despotismo de clase, en tanto, el régimen político construido se ha servido de la violencia como forma de expresión política regular, navegando de represión en represión, consolidando un Estado de ‘’terror’’ y un régimen político de aniquilación democrática; de igual forma, las fracciones burguesas en el poder adolecieron de la construcción de un proyecto nacional claro al margen de los condicionamientos del capital matriz, por no hablar del servilismo de las fuerzas militares; como no aludir a las masacres de estudiantes, afrodescendientes, indígenas, campesinos, obreros, sectores lumpen, etc.

Lo peculiar de nuestra historia nos muestra como Colombia al ocupar el tercer puesto a nivel mundial en recursos hídricos, con dos océanos y diversidad de ríos, no cuenta con una industria pesquera estatal, y al contrario, los mares son vaciados por los barcos pesqueros extranjeros, los recursos fósiles son saqueados directamente, la selva amazónica es constituida como reserva del capital matriz, y los capitales anglosajones patentan ‘’nuestros’’ recursos naturales, etc., por no hablar de otros pillajes.

La burguesía no construyó un proyecto nacional, pero apela a la nación y a la identidad nacional para legitimar el orden político. El fútbol asociado opera como un mecanismo que actualiza la pertenencia a un territorio, a una identidad nacional, a un ethos colectivo al que todxs los nacionales supuestamente ‘’pertenecemos’’, es un ocultamiento de los conflictos sociales y el terror estatal para la producción de la colombianidad, una dictadura de la identidad.

Sobre el autor

Melquiceded Blandón Mena. Docente universitario, consultor e investigador social. Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en Salud Colectiva de la Universidad de Antioquia. Aspirante a doctor en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Coautor del libro. Economía popular desde abajo. Ediciones desde abajo, 2017. Coeditor del libro: Des/DIBUJANDO el PAIS/aje. Aportes para la paz con los pueblos afrodescendientes e indígenas: territorio, autonomía y buen vivir. Editorial Poder Negro. 2016. Editor del libro: Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias. Editorial Poder Negro. 2015. Coautor del libro. Afrodescendencia: herederos de una tradición libertaria. Ediciones desde abajo. 2015. Coautor del libro. Desigualdades socio - espaciales en la distribución de los equipamientos culturales en América Latina. Funámbulos Editores. Abril, 2013.
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