Fuego amigo

Por Última actualización: 20/11/2024

28 de febrero de 2024

Por: John Jairo Blandón Mena

En el argot militar se denomina “fuego amigo” a los disparos que provienen del mismo bando. En política, se podría también utilizar esa expresión para referirse a los ataques que funcionarios o exfuncionarios lanzan en contra del gobierno del que hacen o hicieron parte. El fuego amigo que en la confrontación bélica es generalmente producto del error en la identificación del objetivo, en política se produce como una conducta deliberada y con una clara pretensión de mala fe.

Del fuego amigo no solamente es responsable quien lo genera, sino quien permite que en su bando militen enemigos de su causa. Es que tanto en la conformación de los ejércitos para la guerra y de los equipos técnicos y políticos para gobernar, se requiere un elemento fundamental: la lealtad que surge de la coincidencia de principios.

No ocurre esto en algunos sectores del Gobierno de Gustavo Petro; donde se han marginado lo sectores progresistas y de izquierda que confeccionaron la victoria electoral por años, para darle paso a toda suerte de personajes camaleónicos de la derecha, que, camuflados hoy como adalides del cambio, no pueden ocultar su pasado como burócratas, tecnócratas a quienes poco o nada les interesa propiciar transformaciones reales en el país.

Ese es, a mi juicio, uno de los problemas estructurales del Gobierno Petro. Aún no está gobernando con los sectores que construyeron su triunfo. Inclusive, hay quienes afirman que facciones de la derecha se sienten cómodos con su doble condición: la de férreos opositores y la de detentadores del control de algunas de las instituciones del Gobierno Nacional.

Hoy, numerosos movimientos y partidos integrantes del Pacto Histórico no hacen parte del gobierno. No están aportando en la consolidación territorial del Plan de Desarrollo Colombia Potencia Mundial de la Vida. Es lamentable que quienes son el verdadero bastión de Gustavo Petro tengan que mirar desde la barrera la conformación del gobierno, aun teniendo a los mejores hombres y mujeres para direccionar las acciones de cambio que propuso el presidente.  No es un asunto de cuotas burocráticas, sino de la comprensión del cambio a partir de las construcciones con la Colombia real y profunda; y de eso sí que sabe la izquierda en Colombia.

Basta con mirar quienes desde adentro dinamitaron desde su gestación la reforma a la salud; que hoy sigue torpedeada en el Congreso de la República. Ese tridente Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo, sin haber sido ninguno ministro de salud, le apostaron a que esa necesaria transformación para la nación fracasará. El señor Gaviria, exministro de Educación, en sus siete meses en el cargo se empeñó más en criticar y despotricar de la reforma a la salud, que en materializar la gratuidad en la educación y la construcción de más sedes universitarias.

El exdirector de Planeación, Jorge Iván González salió de la entidad, y a los pocos días terminó en una confusa posición de respaldó a las pretensiones de autonomía fiscal para las regiones que propone con hostilidad hacia el Gobierno Nacional el gobernador de Antioquia. Hizo lo propio, José Antonio Salazar, exsecretario de la Cancillería, quien en contravía de la posición del presidente y del interés nacional otorgó por encima de todo el millonario contrato para la expedición de pasaportes a la multinacional Thomas Greg & Sons.

Si bien es cierto, que es necesario la estructuración de un gobierno de coalición para posibilitar los acuerdos sobre los temas fundamentales de cambio; es absolutamente urgente que los sectores que parieron la histórica victoria electoral de Gustavo Petro hagan parte de las posiciones importantes del Gobierno Nacional. De lo contrario, nos tendremos que enfrentar a más fuego amigo, y cada vez más cercano. 

Sobre el Autor: John Jairo Blandón Mena

John Jairo Blandón Mena