“Yo no le digo al pueblo negro que crea en Francia Márquez, yo le digo (al pueblo negro) que crea en sí mismo”, Francia Márquez
24 de julio de 2021
Por: Yeison Arcadio Meneses Copete[i]
“Yo no le digo al pueblo negro que crea en Francia Márquez, yo le digo (al pueblo negro) que crea en sí mismo”, esta es una de las respuestas que dio Francia Márquez a un joven en el evento del lanzamiento de su candidatura a la Presidencia de Colombia en el marco del Pacto Histórico, una convergencia amplia de movimientos sociales, étnico-raciales, políticos, ambientalistas, juveniles, territoriales, sindicalistas, etc. Me detuve mucho en esta frase por su peso político de autodeterminación colectiva. A mi modo de ver da cuenta de lo que llamo política ombligada, aquí corazón ontológico respira Ubuntu, “Soy porque Somos”, nombre de este importante movimiento liderado por Francia Márquez que se ha propuesto proponerle a Colombia una agenda histórica de juntanza, paz, vidas, reconocimiento, justicia social y ecología. Como ella lo expresó esto implica “volver a la raíz”. Abusando de esta palabra de profunda ternura por Colombia, creería que Francia Márquez nos llama a ombligarnos.
Los pueblos hemos sido acostumbrados a depositar sueños y esperanzas en individuos, tal vez una huella central de lo que debemos transformar respecto a la política. La política ombligada que nos propone Francia contundentemente se ha distanciado de este postulado tradicionalista, colonialista y abominable, pues las sociedades que logran niveles de justicia no se transforman por una persona, sino por la confluencia de voluntades, acuerdos sobre lo fundamental y, sobre todo, por la voluntad de autodeterminación de los pueblos. Es decir, como lo anotaba en otro de mis escritos, Francia no es una persona que asume una candidatura a la Presidencia de Colombia. Francia representa una agenda política que el pueblo afrocolombiano le ha venido proponiendo históricamente al país desde la necropolítica que instauró la esclavización en el planeta y las sostenidas búsquedas de las libertades. Desde las orillas de las filosofías del Vivir sabroso, la candidatura de Francia Márquez ahonda una nueva era en la política colombiana que cada vez se reclama más protectora de la vida, salubrista, pacifista, feminista, materialista, no racista, ecológica, pluralista, humanista, conversacional, poliléctica, educadora, híbrida, utópica, entre otras, desde las bases del pueblo. Debo destacar el carácter de la nueva política que se instala es de minga, de ubuntu, de primeras líneas, de juventud, de Niñeces, de mujeres, de mayoras, de coherencia, de ruralidad, de agua y de tierra.
Por tanto, “creer en sí mismo” se convierte en una máxima autorreparatoria que no podemos perder de vista ni en el seno del pueblo afrocolombiano ni en el seno de la sociedad ampliada colombiana. No es extraño que existan voces de las comunidades afrocolombianas y otras poblaciones excluidas que no se vean reflejados o representados en esta genuina candidatura de Francia Márquez Mina. No es una sorpresa que emerjan decenas de candidaturas, desde que la candidata anunció que quería ser presidente de Colombia, tal vez una muestra de indecisión frente a lo fundamental, aunque esto podría ser leído como activación de la democracia también. Esto tiene que ver con el insaciable criollismo y/o el reeditado colonialismo, el colonialismo criollo. También, se ha convertido en una “mentalidad” que llega a los territorios en cuerpos racializados y etnizados desde la subalternidad. Las poblaciones también han apropiado en su consciencia que unos clanes familiares, unos apellidos o la emergencia de perversos grupos como “los embilletados”, con la apropiación indebida de los dineros públicos, quienes pueden asumir los destinos de los pueblos y regiones. “Ese tipo tiene su plata”, dicen.
Sistemáticamente han difundido una imagen única de quienes pueden gobernar e incluso a quienes les pertenece el Estado: los nuevos blancos, los herederos de la acumulación de la esclavización, los católicos, los criolloandinos, los que pueden ser los dueños de los bancos, los que pueden ser ministros, los que puedes ser presidentes, los que pueden ser propietarios de universidades, los que pueden acceder a la universidad, etc. Hace más de 200 años secuestraron el país profundizando en la infrapolítica y la necropolítica. Dicho de otro modo, la forma de gobierno es el caotismo político que comprende establecer idearios racistas, machistas, xenófobos, homófobos, clasistas, regionalistas, glotofóbicos, etc, lo que conlleva al establecimiento de la desaparición física y cultural de unos, para la acumulación de otros. Una imagen terrible de esta tradición volvió a mostrarnos su rostro el 20 de julio en la instalación del nuevo período legislativo: un presidente con casi un 80% de desaprobación con un discurso cínicamente desconectado, a propósito, de la realidad del país, ovacionado por las mayorías del senado y la posesión de presidentes de cámara y senado asociados al narcotráfico, delincuencia organizada, corrupción y paramilitarismo. De manera que Francia nos conmina a vernos a los ojos, al codo a codo, al hombro a hombro, al malungaje, al comadrazgo, al compadrazgo, al voz a voz, al florecimiento desde adentro, para la trascendencia. La hermana Francia nos convoca a vernos con nuestros propios ojos, a autorrepararnos y, aunque parezca muy simple, a amarnos. En otras palabras, a vernos como posibilidad de poder con dignidad y para transformar. Uno de esos elementos inicia por pensar en elegir personas que se parezcan a nosotros y nosotras, que se parezcan al pueblo colombiano desde la política ombligada. Por tanto, no se trata de continuar en las lógicas de la inclusión utilitarista en perversas neoliberales ajenas agendas que algunas personas afrodescendientes, con el afán del tener, se asocian con los clanes del subdesarrollo y del despojo.
Finalmente, estimo que estamos frente a una posibilidad inédita de reparación histórica. Contrario a lo que muchos piensan, yo sí creo que las reparaciones históricas son posibles. Como lo señalaron Francia Márquez y Gustavo Petro, la esclavización tiene impactos papables hoy. Por tanto, la agenda Francia Márquez en el Pacto Histórico no es de poca monta. Implica indudablemente retomar “grandes debates” que las élites criollocoloniales no han querido asumir porque no son capaces de reconocer que durante siglos han acumulado riquezas y el poder político a través de la violencia, la eliminación de la otredad, la explotación y la desposesión sistemática contra las amplias mayorías. Esta agenda comprende ese revisitar la memoria histórica del país como constructora de realidades hoy. La herida colonialista debe ser confrontada radicalmente, si lo que se pretende es una transformación real de las realidades del pueblo colombiano. Las y los condenados de la tierra, al decir de Fanon, en las calles y en los territorios han venido reclamando este lugar desde su dignidad histórica. Francia representa una nueva semilla, esa esperanza que inspira a miles y millones de colombianos. Una poderosa adolescente sorprendió con un contundente discurso. Una representación de la fuerza del amor y la alegría. Luisa resume en gran medida lo que Francia significa hoy, una promesa de herencia, continuidad y sankofa: “ustedes se van y nosotros quedamos”.
[i] Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos