Falsas hojas de vida
9 de julio de 2021
Por: John Jairo Blandón Mena
Mentir impunemente sobre el currículum se ha vuelto una práctica consuetudinaria de cientos de servidores públicos, especialmente de las altas esferas del Estado. Y, aunque esta acción es constitutiva de un delito en contra de la fe pública y de falta disciplinaria sancionada con destitución del cargo, aquí, los responsables terminan justificando su conducta con excusas inconcebibles que terminan de manera increíble poniendo el hecho en el plano de lo anecdótico y no de lo penal.
Reza el adagio popular “el que miente roba”. ¿Qué confianza puede tener la ciudadanía en un servidor público que llegó a su cargo presentando títulos de idoneidad inexistentes? La respuesta es: ninguna. En Colombia, el escrutinio de las personas que ostentarán un cargo estatal sigue siendo riguroso en la base, pero precario en la cúspide. Los concursos de méritos de los niveles asistencial, técnico y hasta profesional demandan una serie de prerrequisitos, controles y exigencias; entretanto, en los niveles asesor y directivo generalmente, se hacen nombramientos a dedo sin mediar estrictas vigilancias. Capítulo aparte merecen los cargos de elección popular.
A muchos les da por presentar una corta estancia o pasantía en alguna universidad foránea como una especialización, maestría o hasta doctorado. O afirmar que son titulados en una carrera en la que simplemente estuvieron matriculados o cursaron parcialmente los semestres. O darle la categoría de especialización a un diplomado, un curso o alguna capacitación.
El periodista Juan Pablo Barrientos en un trabajo investigativo revisó las 278 hojas de vida de los actuales congresistas, y en 40 de ellas encontró graves inconsistencias e irregularidades. Por ejemplo, el senador Guillermo García Realpe estuvo dos meses en un diplomado en la Universidad Internacional de Andalucía (España) sobre desarrollo económico en América Latina, y en su hoja de vida de la función pública lo presentó como una maestría. Varios senadores entre ellos, José David Name y Álvaro Hernán Prada presentaron una corta pasantía de algunas semanas en la Universidad de Columbia en Nueva York como una especialización en Gobierno, Gerencia y Asuntos Públicos, esa fugaz estancia internacional de la que hicieron uso varios congresistas se trataba solo de unas charlas sobre esas temáticas, tanto que en los registros de la universidad estadounidense no aparecen los políticos colombianos como matriculados o egresados de ningún programa.
De igual manera, el senador Gabriel Santos, hijo de Pacho Santos, en su hoja de vida en el portal del Sistema de Información y Gestión del Empleo Público (SIGEP) aparece como abogado, y el único diploma que ostenta es el de bachiller. Y, el expresidente de la Cámara de Representantes, Carlos Alberto Cuenca, quien figura en su hoja de vida como magíster en Comunicación Política de la Externado, desertó de ese programa en los primeros semestres. Pero el caso del representante a la Cámara John Jairo Cárdenas es sorprendente, se presentó en todos los documentos oficiales como profesional en sociología, y al ser interrogado por el título que no aparecía, respondió que él era sociólogo, pero autodictada.
Bien recordado es el caso del dos veces alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa. Quien se presentaba en sus hojas de vida de la función pública y en las privadas de la caratulas de sus libros como magister y doctor en Administración en la Universidad de París. Consultada esa institución francesa, certificaron que, si el señor pasó por ese lugar, seguramente fue de paseo, pero nunca estuvo en sus aulas. Los que no tuvieron suerte en su falsedad documental fueron los exalcaldes de los municipios de Mosquera (Cundinamarca) y Bello (Antioquia) quienes falsificaron sus títulos de ingeniería de sistemas y de bachillerato respectivamente; y por esas causas terminaron sus periodos privados de la libertad.
Pero las falsedades no solamente radican en los diplomas. Dos miembros del gabinete de Duque han sido señalados por fraude académico. El ministro de Vivienda fue investigado por plagió de su tesis doctoral en la Universidad de Tilburg en Holanda, cuyo Comité Científico concluyó que, aunque subsanables, si hubo negligencia al no haber incluido algunas referencias bibliográficas en el trabajo de grado. Y, el propio ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación siendo rector de la Universidad de la Costa fue incluido como autor de decenas de artículos científicos ajenos a su área y en los que no participó, con la finalidad de ascender en el escalafón interno de ese centro de estudios y mejorar sus ingresos y hoja de vida.
Pero la falsedad ganadora es la del senador Julián Bedoya. En tan solo 4 meses logró cursar en la Universidad de Medellín 10 cursos del pregrado de Derecho, hacer el año de judicatura, presentar los exámenes preparatorios, el Examen de Calidad de la Educación Superior (ECAES) y obtener su título en ceremonia pública. Y, aunque ya quedo comprobado que el entonces rector le regaló el título al congresista, y, en consecuencia, la universidad revocó el acto mediante el cual lo proclamó como abogado, este señor sigue en el Senado y haciendo campaña para ser reelegido.