Por: Diana Lorena Montaño Riasco
Recorriendo de Bogotá, me he percatado como las basuras en la gran mayoría de barrios del sur hacen parte de la fachada, bien sea, porque se ha desparramado de los enormes contenedores colocados por la administración de Peñalosa, o dada la precaria continuidad del servicio de barrido y lavado de áreas públicas, en el nulo proceso del corte de césped y podado de árboles, y en la poca disposición de canastas para depositar residuos. Todas las anteriores situaciones, contrarias a los compromisos de las empresas de recolección de basura que operan en las cinco zonas o Áreas de Servicio Exclusivo (ASE) en Bogotá “Promoambiental Distrito S. A. ESP, Lime S. A. ESP, Ciudad Limpia de Bogotá ESP, Promesa Sociedad Futura Bogotá Limpia y Área Limpia S. A. ES”[i] por lo que, conviene subrayar, que esta poca atención al manejo de los recursos sólidos, afecta la calidad de vida de los y las habitantes de estos barrios, convirtiéndolo en un conflicto ambiental, que ha detonado en un problema de salud Pública.
La revista semana nos alertaba este año de que en Colombia, “la mayoría de estos botaderos ilegales se ubican en poblaciones en las que campean la pobreza, los bajos presupuestos y el olvido del Estado”[ii], y es preciso señalar, que estos botaderos se dan a cielo abierto y se encuentran en estado crítico, lo cual afecta el bienestar de la población cercana a estos sitios. Recordemos, lo acontecido con el derrumbe del botadero de basura de Doña Juana en 1997, esta emergencia de salud pública, ocasiono gran producción de gases tóxicos, malos olores y proliferación de mosquitos afectando a las localidades de Usme, Ciudad Bolívar y Tunjuelito. Por lo que, en el 2019 se informó que después de 37 años el promedio de vida de los habitantes circundantes a este depósito de basuras era “10 años menor al resto de los bogotanos”[iii]. Es decir, el costo del mal manejo de depósitos de basura le está costando, literalmente, la vida a la clase proletaria del sur de Bogotá.
El alto costo en magnitud y letalidad relacionado con el manejo de basuras parece no interesar en lo más mínimo a la Alcaldía Distrital, a las empresas de recolección de residuos ni a la ciudadanía, todos participantes de la producción para el 2018 de “seis mil toneladas diarias de residuos”[iv], donde sólo se logran reciclar “el 3%”[v] mientras que el otro 97% era depositado diariamente en el relleno sanitario de Doña Juana, cuya licencia que vencía en el 2022, está buscando ser ampliada desde la administración de Peñalosa por 37 años más, desatendiendo a las denuncias y propuestas alternativas para la gestión de recursos solidos realizadas por los habitantes del sector.
En materia de salidas frente a esta problemática ambiental, Colombia cuenta con el documento CONPES 3878 de 2016 y la Resolución 1407 de 2018 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, a través de las cuales se acuerdan herramientas para la reducción, el aprovechamiento y reutilización de residuos, y la habilitación de nuevas técnicas para el tratamiento de los mismos, apostándole a evitar el perjuicio en la calidad de vida de los menos favorecidos, además aportando a la inclusión social del gremio de recicladores. En este campo, las propuestas son diversas y novedosas, pasan por las difusión y promoción de una cultura de educación ambiental para l@s ciudadan@s liderada por las alcaldías, adecuación de sitios apropiados para la recolección de residuos hasta la creación de plantas de procesamiento de recursos sólidos, que permitan aprovechar y reutilizar al máximo las basuras.
A propósito de esta última alternativa, en mi opinión es altamente sostenible y rentable para el país, dado que, permite tratar las basuras bajo procesos de gasificación y termólisis con plantas de procesamiento de residuos sólidos. A la fecha, en el país se tienen cuatro (4) plantas de procesamiento, ubicadas en el Huila, San Andrés, Ibagué, juntas “procesan 11.000 mil de los 12 millones de toneladas que produce el país” en residuos, que pasarán a crear menos emisiones de gas metano en el aire, a abrir la posibilidad de producir energía eléctrica y combustible sólido como el biogás o el biodiésel, que puede ser usado en hogares, escuelas, hospitales, transporte, etc. Definitivamente, Bogotá debería apostarle a la apertura de una planta de tratamiento de basuras, y en lugar de atestar a los barrios del sur de podredumbre, darles la oportunidad de contar con energía gratuita, calefacción y posibilidad de poder calentar lo alimentos que consumen. Quien iba a pensar, que en el tratamiento de la basura estaría la oportunidad y decisión para mejorar la calidad de vida de cientos de habitantes.
[i] https://www.portafolio.co/negocios/empresas/estas-son-las-empresas-encargadas-de-la-recoleccion-de-basuras-en-bogota-514175
[ii] https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/basuras-en-colombia-un-problema-al-que-no-se-le-puede-echar-tierra—noticias/56387
[iii] https://www.contagioradio.com/sur-bogota-basura/
[iv] https://razonpublica.com/otra-vez-las-basuras-mas-alla-de-petro-y-de-penalosa/
[v] Ibid.
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