Empresarios aviones
11 de abril de 2023
El cese de actividades de Ultra Air parece un calco de lo ocurrido recientemente con Viva Air. Ambas aerolíneas ante su inviabilidad financiera y su inminente e irreversible quiebra continuaron vendiendo tiquetes masivamente, a sabiendas que no le cumplirían a los compradores. Sólo Ultra Air, tras el cese de operaciones tenía vendidos 327 mil viajes. Una estafa masiva que enhorabuena el Gobierno Nacional decidió poner en conocimiento de la Fiscalía General de la Nación.
El caso de Ultra Air devela claramente la debilidad de la institucionalidad del Estado para contener la corrupción. Nadie entiende cómo entre los vericuetos de la normatividad y la burocracia de la Aeronáutica Civil una aerolínea con una precaria flota de 6 aviones alquilados y con una creciente deuda contada en millones de dólares con el sistema financiera pudo operar y vender en un poco más de un año cerca de 300 mil tiquetes. La incapacidad para responder por la creciente prestación del servicio como aerolínea de bajo costo era evidente, menos ante los ojos de las autoridades de transporte aéreo.
Detrás de la quiebra tanto de Viva Air, como de Ultra Air hay una treta empresarial premeditada y materializada en una gigantesca estafa masiva a los miles de compradores de buena fe. Ya las autoridades judiciales están encausando las acciones en contra de las directivas de estas empresas, donde seguramente hay varias infracciones al Código Penal.
En el caso de Ultra Air, el tridente de Carlos Ríos, David Bojanini y William Shaw, socio, presidente de la junta y CEO respectivamente, fueron los responsables de la masiva venta de tiquetes hasta unas horas antes de declarada el cese de actividades. Es que las plataformas en internet y los puntos de venta siguieron facturando por decisión de sus directivos cuando ya era más que un hecho la terminación de las operaciones de las aerolíneas. Lo mismo había hecho Francisco Lalinde, presidente de Viva Air, que ya desaparecida, se quedó con los dineros de mas de 730 mil tiquetes vendidos.
Por lo expresado, fue acertado el calificativo de “pirámides” que el ministro de Transporte le atribuyó a estas empresas. Y aunque la integración de Viva Air con Avianca pareció ser la única solución a sus compradores, para que la operación continue; en el caso de Ultra Air hay más sombras que claridades, y todo parece indicar que las afectaciones a agencias de viajes y personas se resolverán por la vía judicial.
Algunos empresarios han aprendido bien el modus operandi de los politiqueros cuando se trata de evadir responsabilidades. Dice David Bojanini, alfil del Sindicato Antioqueño, que no tiene nada que ver en esta debacle, pues parece un chiste barato, porque sí él que fungía de presidente de la junta de Ultra Air no estuvo comprometido en las decisiones empresariales que se tomaron -incluyendo la de la estafa masiva- entonces, tendrá que explicar ¿Cuál es la función de una junta directiva en una empresa? La opinión publica no es tan tonta como cree el señor.
Amanecerá y veremos si en un país con una justicia históricamente genuflexa a los poderes económicos, algún operador judicial tiene la entereza de investigar a fondo y aplicar la ley a estos remedos de empresarios, que más son unos mercachifles estafadores.
Entretanto, el Gobierno debe controlar los precios en los tiquetes aéreos. Ante la caída de Viva Air y Ultra Air, Avianca ya está asumiendo posiciones hegemónicas en el mercado con precios impagables para los colombianos de a pie.