Por: Diana Lorena Montaño Riasco
La revisión de expedientes generales del fondo de Negros y Esclavos del Archivo Nacional de Colombia, con la finalidad visibilizar el papel social y económico jugado por la mujer negra esclavizada para el periodo colonial en la sociedad Neogranadina del siglo XVIII, ha sido fundamental para recuperar, reconstruir y resignificar su aporte a la historia de la mujer en la sociedad colombiana.
En 1985 se adelantó la revisión de 111 expedientes[i], que constataron como la esclavitud se consolidó como un sistema económico sostenido por la explotación de millones de personas africanas, quienes fueron raptadas bajo métodos, violentos e inhumanos. Por lo que, concuerdo con Gutiérrez Azopardo en que, “Aterra pensar que durante cuatro siglos (XVI – XIX) quince millones de personas fueron arrancadas de África para proveer de esclavizados a las colonias hispanas, portuguesas, inglesas y francesas. Dos terceras partes de ellos nunca llegaron a su destino” (p.17)
En la Colonia hispana de la Nueva Granada, España buscó la expansión económica mediante la explotación de minerales y productos agrícolas, destacando actividades como la minería, agricultura, ganadería, artesanía, comercio y el trabajo doméstico, que posibilitaron el aprovechamiento de miles de mujeres y hombres africanos esclavizados para generar los más altos rendimientos económicos. El trabajo doméstico tuvo una alta demanda en la época colonial, lo impulsaba la sevicia por capturar un mayor número de mujeres africanas para venderles en el mercado esclavista, con el objetivo de enrolarlas en la realización de oficios como: cocineras, amas de cría, lavanderas, amas de compañía, entre otros; lo que no evitó que se les colocase a realizar trabajos de minería, tal es el caso de la extracción de oro, ni que no fuera usada como “objeto” de mercancía para la garantía de embargos, deudas, hipotecas y préstamos.
El trabajo doméstico como actividad de rentabilidad económica para los esclavistas de la sociedad granadina, dio lugar al aprovechamiento de la mujer negra para obtener un ingreso monetario inmediato, asignándoles actividades extras como la venta legal e ilegal de productos combustibles y naturales, y alquiler para oficios menores. Por lo que, la mujer negra en la sociedad esclavista debió adelantar labores en las que se le explotó hasta el límite de sus fuerzas. En algunos casos, se les proporcionaba una ínfima ganancia económica por las labores adelantadas, la cual era ahorrada por ellas para pagar la libertad de sus hijos, esposos, sobrinos y demás parientes, y la suya misma como defensa a su vida familiar.
A esta manera de consecución de la libertad se le reconoció como una práctica de manumisión, en tanto, mediante un acuerdo efectuado con el propietario se definía el pago de un valor determinado por la libertad de la persona esclavizada. Dicha práctica era legitimada jurídicamente por la asignación de una “carta de ahorro”, cuya función era la de una escritura, la cual respaldaba que esa persona se pertenecía así mima.
La estrategia de solicitud de su libertad constituyó una de las formas de resistencia más usadas por las mujeres negras en la sociedad esclavistas, tal y como corrobora Morales (2003), indicando que, de los 132 expedientes estudiados de la sección colonial del Archivo General de la Nación, el 56% correspondían a este tipo de casos. En los que, las mujeres negras recurrían “a las instancias de administración de justicia, desde las alcaldías ordinarias, en el orden local, hasta las sedes de la Real Audiencia en las cabeceras provinciales, con el fin de hacer valedera ante la ley cualquiera de las formas que les era escriturada o prometida la libertada” (p.9) Tal es el caso, de María de la Cruz, en Santafé[ii], quien compro su libertad en 1779. Por su parte, el historiador Rafael Díaz documento 152[iii] casos de manumisión de mujeres negras bajo esta estrategia, en un periodo de 50 años, en Santafé.
Las mujeres negras en la sociedad esclavista colonial alcanzaron su libertad, obligadas a ejercer trabajos denigrantes y opresivos sin retribución justa alguna, motivadas por evitar que sus familias continuarán sometidas a tan cruel e inhumano sistema, se decidieron a comprar su libertad, acudir a juzgados para hacer valer las promesas hechas por los propietarios, huir, suicidarse, y otras estrategias emancipadoras. Sin embargo, el descubrir el trabajo doméstico como una de esas estrategias, me recordó a mi madre, a mis tías, a mis primas, y aún sin fin de mujeres negras que continúan ejerciendo esta labor, ahora asalariada, para mantener la posibilidad de que sus hijos, esposos, sobrinos y demás parientes puedan “ser”, aunque ellas en el proceso se han insultadas, despreciadas y maltratadas.
Y te pienso Mujer Negra, en constante compromiso para garantizar la realización de tus seres queridos,
Y escuchó Mujer Negra, como eres alagada por tu fuerza, por tu aguante y por tu berraquera,
Y me pregunto, ¿para qué te sirve tanta zalamería?
Si del lodo salen los que ayudas, y a ti poco te retribuyen el sudor derramado.
[i] Beatriz Elena Castaño Zapata. La Esclavitud en la Nueva Granada y la situación de la Mujer Negra Esclava Durante el siglo XVIII. (Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, 1985)
[ii] Referencia recuperada de A.G.N. Sección colonia, Negros y Esclavos, Cundinamarca, tomo IX, Folios 523. Citado por Inírida Morales Villegas en la revista Memoria y sociedad. No. 15. Género y libertad. Noviembre de 2003 https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/memoysociedad/issue/view/585
[iii] Díaz, Rafael. “La manumisión de los esclavos o la parodia de la libertad Santafé de Bogotá, 1700 – 1750” Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultural. No. 23. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1996. P. 56
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