El mugre bajo la alfombra y el ilustre paradigma blanco

Por Última actualización: 04/04/2025

El mugre bajo la alfombra y el ilustre paradigma blanco

Robo y apropiación intelectual en el mundo académico, vestigios de la colonización.

Prof. Dra. Jacqueline Jaceguai Chagas Nunes dos Santos – jacjaceguai@gmail.com – @jacjaceguai

Durante más de dos décadas, mujeres como yo nos hemos dedicado a investigar y sistematizar conocimientos sobre el racismo ambiental y la segregación urbana en las periferias de Brasil y América Latina. La carrera de muchas científicas negras ha estado marcada no sólo por los continuos esfuerzos por producir conocimiento crítico, sino también por enfrentarse a una realidad cruel y persistente: el robo intelectual.

Sabemos que el mundo académico, sexista y no negro, está imbuido de borraduras a través del no reconocimiento, del silenciamiento en los debates, del odio y repudio a los escritos negros, y aún frente a eso, roban, se apropian, y más que eso, como colonizadores y apropiadores del conocimiento, literalmente borran el nombre negro y escriben el propio encima.

Este texto aborda específicamente el modus operandi adoptado por las mujeres blancas y otras científicas, que se apoyan en garantías y privilegios históricos (Cida Bento – 2002) a menudo inconscientes de la trascendencia que representa la existencia negra y periférica, se apropian de textos, análisis e ideas, tal como hicieron con los míos. Se aprovechan del pacto y de las garantías que asegura la blancura y distorsionan nuestras producciones en discursos higienizados, despolitizados y apetecibles para las esferas académicas e institucionales.

El borrado de la autoría negra en la ciencia va más allá de la desviación o el desacuerdo en el sistema, sino que funciona esencialmente como su engranaje. Es un mecanismo estructurado para que los cuerpos que producen conocimiento desde el dolor y la resistencia queden excluidos del reconocimiento y del protagonismo que merecen.

Puedo dar ejemplos de ello, como el evento CEISAL 2025 en París, donde el texto que produje sobre el racismo ambiental fue plagiado por hombres y mujeres blancos que se autodenominan investigadores. Para mi sorpresa, incluso ante el delito y la afirmación tácita de reproducción indebida, los plagiarios asumieron el uso y continúan en el evento, utilizando indebidamente el texto preparado y producido por mí, incluso con el consentimiento institucional, seguro y garantizado por el pacto de blancura, porque blindar y proteger a los suyos en cualquier circunstancia es su lema central.

Al igual que en el ejemplo citado anteriormente, los perpetradores son plenamente conscientes de su impunidad y saben que las mujeres negras que carecen de recursos financieros para pagar los costos de las demandas permanecen en silencio y, ante la incompetencia e impaciencia blanca, son robadas y sirven de trampolín para que la blancura siga siendo una referencia mundial mediante el plagio y la apropiación indebida de las producciones académicas.

Los temas de las investigaciones publicadas y desarrolladas sobre racismo ambiental se manifiestan en la contaminación deliberada de territorios racializados, la falta de infraestructuras y saneamiento, la denuncia de la militarización de las favelas y la criminalización de las formas populares de vivienda. Mis diversas publicaciones desde 2005 han tratado sobre la segregación urbana, evidenciada por las políticas estatales y los registros de ocupaciones en los márgenes y bordes de la ciudad, así como el mapeo, registro y definición de cómo los cuerpos negros son confinados a territorios basados en la precariedad y la exposición a condiciones de vida mínimas.

Dicho esto, el conocimiento construido en estos espacios trae consigo las experiencias de lucha y la memoria colectiva – y cuando se reduce a meras estadísticas, números fríos o discursos vacíos sobre sostenibilidad e inclusión, la ciencia se vacía de todo su significado. Como resultado, la frecuente práctica de la blancura académica se apropia de estas reflexiones con fines arribistas, y muchos de ellos obtienen financiación y ocupan espacios que históricamente han estado bloqueados para las personas negras.

Mis reflexiones aparecen en artículos y proyectos sin el debido crédito, mientras que las experiencias vividas por las personas que ayudaron a construir las publicaciones se descartan como meras anécdotas, insuficientes para ser reconocidas y consolidadas como producción legítima de conocimiento. Incluso con toda la enfática acción epistémica, ¡todavía me resisto! (Maya Angelou – 1978).

La ciencia que produzco va más allá de los salones elitistas de la academia colonial, hacia los territorios silenciados que insisten en (r)existir. Mi lucha es para que nuestras voces resuenen y para que el conocimiento negro y periférico no sea sólo una fuente de inspiración para aquellos que nunca se han enfrentado al exterminio, sino la base para la transformación radical de las estructuras que nos oprimen.

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