Censura oficial
15 de septiembre de 2021
Por: John Jairo Blandón Mena
El Gobierno de Duque se debate en la disyuntiva de ser recordado como risible o nefasto. Lo cierto, es que ha demostrado que poco o nada le importa el clamor nacional o la voz unísona de las mayorías que reclaman una mínima dignidad en el proceder oficial. El nombramiento de Alberto Carrasquilla en la Junta del Banco de la República, y del imberbe Santiago Pastrana Puyana, hijo del expresidente Andrés Pastrana, como representante de Colombia ante el Banco Mundial sin mérito alguno son solo dos muestras de la inmoralidad publica de un mandatario tristemente célebre por haber gobernado ya hasta su último año bajo la batuta de su titiritero.
Al inventario de desaciertos, que parecieran ser lo habitual en este cuatrienio, hay que sumarle otros dos recientes. El primero, salir en defensa de la MinTic Karen Abudinen e intentar sostenerla en el cargo, hasta que la contundencia de las acusaciones de los congresistas citantes al debate de control político no le dejo otro camino que renunciar por corrupta y abudineadora, a pesar del protectorado de su paisana, amiga y copartidaria, la procuradora Margarita Cabello. Y el segundo, las declaraciones del embajador de Colombia en España, Luis Guillermo Plata, quien saltó de su fracaso como gerente del Plan para la Atención del Covid –19 a ese cargo diplomático. Y que, hace un par de semanas ante la invitación de la Feria del Libro de Madrid a Colombia y luego de excluir la participación en el evento de los literatos nacionales críticos del Gobierno, dijo que los escritores seleccionados para participar serían aquellos que tienen una «obra neutra en la que prima el lado literario”.
En otras palabras, el Gobierno quiso que la participación en el evento madrileño solo fuera de los artistas y escritores que tienen una posición complaciente con su pésima gestión. A los que han levantado su voz o escrito en contra de la barbarie de este establecimiento como Piedad Bonnet, Laura Restrepo, William Ospina, Héctor Abad, Pablo Montoya, Pilar Quintana, Fernando Vallejo y Santiago Gamboa fueron excluidos, porque según las palabras del embajador “uno no quisiera que una feria literaria se convirtiera en una feria política”.
Aunque después vinieron unas descafeinadas disculpas del embajador, esas no fueron genuinas porque no vinieron acompañadas de la invitación a participar a los inicialmente excluidos. Y, estuvieron seguidas con una perorata de las ministras de cultura y relaciones exteriores justificando la censura oficial, en la que la última dijo sin sonrojarse una mentira tan grande como su propia indignidad “se consideró que ellos ya no necesitaban presentación en sociedad, porque los conocen ya suficientemente”.
La verdad, es que la estela de censuras de Duque y su gente es larga. Tal como ocurrió con el entonces gerente del Sistema Público de Medios (RCTV), Juan Pablo Bieri al cuestionar y sacar del aire el programa “Los Puros Criollos” por sus críticas a algunas políticas del gobierno. O cuando la senadora María Fernanda Cabal sin ser desaprobada por el Gobierno tildó de guerrillero al periodista del New York Times Nicholas Casey por sus documentadas denuncias sobre los falsos positivos.
Lo acontecido con la exclusión de nuestros escritores más ilustres es una vergüenza, mientras Laura Restrepo, Héctor Abad Faciolince, William Ospina, la reciente ganadora del Premio Alfaguara Pilar Quintana se quedan sin participar en el evento, a pesar de ser aclamados por los lectores españoles. Iván Duque va en calidad de escritor y lanzará su libro sobre economía naranja que se presentará en la Feria del Libro de Madrid.
Concuerdo con el ganador del premio Rómulo Gallegos, el buen escritor de Barrancabermeja, Pablo Montoya quien dijo “lo neutral termina siendo polémico, porque son aquellos que nunca critican”. Y aplaudo la solidaridad de tantos, que siendo invitados rechazaron la invitación, entre ellos Juan Gabriel Vásquez, Melba Escobar y Margarita García Robayo.