El giro diplomático y las afroepistemologías

Por Última actualización: 19/11/2024

21 de junio de 2023

 Por: Yeison Arcadio Meneses Copete

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos

 

Con el tiempo, en el contexto de la multipolaridad planetaria actual, Colombia dimensionará el impacto del giro diplomático hacia el continente africano, misión liderada exitosamente por la vicepresidenta Francia Elena Márquez Mina, confiada por el presidente Gustavo Francisco Petro Urrego, mediante el Decreto 1874 del 9 de septiembre de 2022, y con el concurso de la Cancillería.

Una medida que, como lo he mencionado en otras notas, podría leerse como afrorreparativa.  Lo anterior, no solo porque desde un principio estratégicamente el presidente y la vicepresidenta hayan decidido que los protagonistas de la diplomacia en este continente serían personas afrocolombianas, sino porque es la oportunidad perfecta para que Colombia se reconcilie, se reconozca y abrace sus africanías desde una perspectiva multidimensional. 

Es importante señalar que las relaciones entre Colombia y países del continente africano no empiezan con el gobierno del cambio. Según información disponible en la página de la  Cancillería de Colombia, el primer relacionamiento diplomático se establecería con Etiopía en 1937. El embajador hizo presencia solo entre 1967 y 1968. Esto muestra una debilidad y accidentalidad en las relaciones. Convendría continuar interrogando las causas de esta inestabilidad diplomática. No obstante, en cuanto a las últimas décadas, debemos mencionar que las relaciones han estado supeditadas al marco del intercambio creciente de mercancías, predominantemente desde Colombia hacia estos países. Equilibrar el intercambio sigue siendo un reto.

Hasta la llegada del gobierno del cambio, las relaciones diplomáticas poco procuraron desarrollar una agenda de profundización transcultural, intercambios lingüísticos, colaboración-transferencia científica y tecnológica, enriquecimiento politico-económico mútuo y trabajo contínuo para la superación de retos comunes como las desigualdades, la industrialización, la manufactura, los servicios, la democratización de la tierra, el analfabetismo,los conflictos socio-políticos, el reconocimiento sustantivo de la diversidad étnica, entre otros.

De este modo, durante décadas hemos asistido a un relacionamiento de élites económicas que proyecta lógicas del saqueo andinocentrista colombiano en las Áfricas.  En este tipo de relación multilateral, las personas, lo humano y lo social, pasan a un segundo plano. La reciprocidad es impensable. De ahí que una importante innovación sea lograr que este nuevo escenario alimente los tejidos filosóficos, sociales, económicos, ambientales y culturales desde las bases populares.

Animados por las trayectorias de movimientos étnicos, campesinos y sectores populares, el gobierno colombiano busca acercarse desde la horizontalidad a los países africanos con la agenda Colombia-África 2022-2026. El marco internacional de la cooperación Sur-Sur que retoma la agenda en el Plan de Desarrollo, Colombia Potencia de la Vida, se remonta al año 1949 para las Naciones Unidas. En 1974 se estableció una unidad especial para estos menesteres que ha venido siendo renovada en diferentes asambleas, 1978 ( Buenos Aires), 2009 (Nairobi) y 2019 (Buenos Aires). De acuerdo con las Naciones Unidas, el factor multilateral Sur-Sur es vital en el logro de la Agenda 2030 y el Acuerdo de París.

Indudablemente, este nuevo escenario plantea desafíos filosóficos, ontológicos, políticos, económicos, sociales y ambientales para el país que incluyen el desplazamiento del centro en la academia. El sistema educativo tiene una oportunidad magnífica en este contexto. Su rol será determinante en la construcción de un renovado y humanizado imaginario de esta relación que supere el entramado de violencias contra África y la afrodescendencia. En consecuencia, por un lado, la academia diplomática del Estado tendrá que incentivar programas, trabajos y actividades dedicadas al respecto. Salir del silencio y la exclusividad. Después de una exploratoria revisión, he encontrado que los trabajos sesudos sobre relaciones internacionales en nuestro país son pocos y casi inexistentes para el caso de las relaciones con África.  Se hace necesaria una historización de estas relaciones y un acercamiento actualizado respecto al lugar del continente en la geopolítica y la necesaria relación con los Caribes y las Américas.

En este mismo sentido, finalmente, los acuerdos y memorandos de entendimiento históricos firmados en la reciente gira diplomática por Sur-África, Kenia y Etiopía suponen un compromiso enorme con las afroepistemologías desde todas las disciplinas y ciencias. Las universidades colombianas tendrán que abrir sus puertas a la complejidad del pensamiento y del pensamiento africano singularmente, carácter natural de la escuela o de los sistemas educativos olvidado. Aquí surge una nueva oportunidad para la Afroetnoeducación y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos.

El sistema educativo debe superar el eurocentrismo, el estadosunidocentrismo y el andinocentrismo. Que sea esta la ocasión para abrir institutos, departamentos, escuelas, centros o facultades de estudios africanos. Así, las corrientes de pensamiento local y eurocéntricos deben entrar en diálogos críticos de contraste y complementariedad con las filosofías y lenguas africanas para desarrollar la personalidad planetaria en las ciudadanías razón de ser de esta relación y necesario vínculo en épocas de lineas rojas de la inexistencia y/o la desaparición.

 

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