Francia Márquez Mina: el triunfo de una pedagogía del oprimido en marcha
28 de marzo de 2022
Por: Charo Mina Rojas[i]
Me entusiasma y emociona el proceso que se ha desatado después que la rabia y la indignación llevaran a Francia Márquez Mina a declararnos: “quiero ser Presidenta de este país,” y me entusiasma pensar en el crecimiento y madurez de la gente del pueblo afrodescendiente frente al proceso político-electoral.
Francia como candidata vicepresidencial del Pacto Histórico, es el resultado de su atrevimiento tanto como de la tozudez, audacia y rebeldía de los jóvenes espíritus que no dudaron, cuando ella dijo “caminen conmigo”, en responder “caminemos”. ¡Y, que camino se ha emprendido!
A mi entender, la ruta está bastante clara, pero queda por trazar el mapa y no todo el mundo sabe hacer mapas, tampoco todo el mundo sabe leerlos y seguirlos.
Es muy interesante e importante como Francia ha sabido ser el eco respetuoso y coherente en lugar del teléfono roto politiquero al que estamos acostumbrados (lo dejo en masculino apropósito). El enorme crecimiento en su narrativa política no obedece solo a su bella y natural inteligencia, (no en vano bendecida por Orunmila). Está fundamentalmente en su experiencia de vida como un Ser que ha sufrido todas las formas de opresión frente a las cuales se alzó en rebeldía, y que le permiten una capacidad de escucha que logra trascender a la palabra, la acción y los hechos resonando en quienes venimos del mismo lugar. Esas son capacidades y actitudes solo propias de quienes siempre se atreven sabiendo que, con nada más que perder en un mundo supremacista, arrogante, depredador violento como este en el que vivimos, al fin de cuentas tenemos todo que ganar afrontando el riesgo. Un riesgo existencial: o somos o no somos.
Por siglos se nos ha impuesto un lugar del no-ser, deshumanizado y despojado. Por siglos nos hemos sostenido en el sentido del Ser complejo, profundo, multidimensional y espiritual que se conjuga en el “soy porque somos”. Desde allí, lugar del ser, Francia se erige con nosotras, nosotros, nosotres en armas de dignidad y humanidad que los mandones de este mundo no conocen.
Por eso yo seguiré votando “Francia Presidenta”, porque comprendo que no es cuestión del hoy, sino del de aquí en adelante, mirando este futuro de bienestar digno y humano que nos corresponde terminar de construir. El reto que nos plantea este proceso a pulso, como gente del Ubuntu es hacerlo sostenible. No se trata solo de los votos que pondremos en estas elecciones. Se trata principalmente del trabajo personal y colectivo que nos asiste de transformar desde adentro. La educación política-electoral es un imperativo, el fortalecimiento de la identidad y la pertenencia que implica ejercicio práctico, no discurso, sigue en demanda; la organización y sostenibilidad como movimiento se ha mostrado urgente; sanar comunitaria y espiritualmente una sociedad desintegrada, cuya espiritualidad se encuentra ahogada en un pozo profundo, lo cual se refleja en esas prácticas deshumanizantes que tienen al país sumergido en una tenebrosa oscuridad. Son todas cuestiones que hacen parte de lo que implica apostarle a un proyecto de vida diferente.
Francia viene de la lucha, y la lucha sigue. Afrontamos un sistema que ha logrado quitarle la alegría a los corazones de nuestas-nuestros renacientes; en el que una-un joven negra-negro no alcanza a mirar largo reconociéndose en su futuro porque el sistema no le permite una opción de vida más allá de sus 20 años. Un sistema anclado en la ideología militarista belicosa que todo lo resuelve con sangre y en la criminalidad y corrupción que niega opciones de justicia. Nos espera el cobro por la audacia de imponer una mujer negra que proyecta las voces de la gente que nadie ha escuchado antes. Nos espera bajar de sus curules a Senadores y representantes a Cámara, alcaldillos y gobernazuelos; “representantes” de organismos internacionales, voceras y voceros de corbata que actúan como el mayordomo negro de la casa blanca. Nos queda que más jóvenes y mujeres se pongan al frente, hasta que al final gobierne la vida con su traje distinguido de dignidad y humanidad.
Llevamos unos siglos caminando, a veces bajo la guía de los espíritus y las fuerzas superiores que han trazado los caminos, a veces dando palos de ciego, perdidos en las marañas tramposas de un sistema de valores obsoleto. Hoy se nos pone por delante de nuevo la luz que nos indica que hay que volver a la raíz para trazar el rumbo.
El grito herido de una mujer negra/afrodescendiente que dice quiero presidir este país, tiene una resonancia colectiva porque no es una cuestión simplemente idealista, fútil, personal individualista, sino una racionalidad que proviene de las realidades históricas objetivas experienciales, existenciales que definen injusticias y desigualdades vividas por tantas y tantos ninguneadas-os-es, deshumanizadas-os-es. Es a partir de esta conciencia histórica experiencial existencial que se erige una filosofía y un movimiento: “soy porque somos,” más allá de una líder y un posible caudillismo y populismo. Los 723.000 votos son cada conciencia individual transformada por un proceso pedagógico creador, en conciencia colectiva y praxis política confrontando los paradigmas que sustentan la opresión, y proponiendo construir un lugar nuevo de humanidad y dignidad de la vida, como alcance histórico de un proceso de liberación.
Nuestro reto como gente del pueblo negro/afrodescendiente, raizal y palenquero es hacer que siga la movilización del Soy porque Somos, hasta que no haya necesidad de derramar nuestra sangre o trashumarse entre ser negro, “blanco-mestizo” o indígena como tantos Polo Polo, para Ser, estar y ejercer nuestros derechos como pueblo. Resistir no es aguantar, nuestra histórica resistencia debe verse reflejada en un proceso político electoral que no simplemente suma votos, sino conciencias políticas listas para cambios estructurales sistemáticos radicales. Sólo así, tendremos la alegría de nuestra y muchas Francias en las siguientes presidencias de Colombia.
[i] Charo Mina Rojas es feminista negra decolonial, hace parte del Proceso de Comunidades Negras – PCN.