El árbol de la democracia
16 de junio de 2022
Por: Arleison Arcos Rivas
Si la democracia colombiana fuese un árbol, seguro sus frutos serían tóxicos y venenosos; imposibles de digerir. Cada campaña deja el sinsabor de la creciente derrota de la decisión popular y el triunfo efecticista del sectarismo y la fantochería mediática, que se imponen tras la dictadura de la opinión. Como en el poema de William Blake, este árbol nuestro crece en la noche, a punta de embustes y mentiras con las que los enemigos se solazan recogiendo los frutos de su deleitosa rapiña, sin pensar que a la mañana iluminada caerán, envenenados.
Huyendo del juicio democrático, Petro en algunas ocasiones durante la primera vuelta y Hernández en casi todas las que pudo, decidieron privar a la sociedad de mayores oportunidades para madurar su juicio, evitando la confrontación directa de sus ideas. En buena medida, en tal decisión pesó el carácter vacilante y antojadizo con el que el segundo armó un proyecto de gobierno todavía no afinado, mientras el primero argumentaba el maltrato de periodistas y candidatos dedicados a desprestigiarlo. Tuvo que ordenarlo un juez para que hoy, a horas de las elecciones, deban enfrentarse en debate las alternativas en contienda, pese a que parece dudoso que tal cotejo vaya a ocurrir. Así andamos, corriendo incluso el riesgo de judicializar la política para que la política sea justa con la ciudadanía. El fruto de la opinión sigue creciendo envenenado.
A pocas horas de conocer al nuevo ocupante de la Casa de Nariño, las redes y medios están llenas de dimes, diretes y malquerencias. Más que a sopesar propuestas e ideas, varias casas periodísticas se han hecho con videos obtenidos de manera ilegal para atacar la campaña de Petro, entresacando y editando afirmaciones de sus asesores y cercanos colaboradores; mientras del otro lado continúan elevándose las grabaciones y declaraciones escandalosas de un candidato hecho a la medida de sus estrategas y acaloradas opiniones. Los frutos de la probidad siguen creciendo envenenados.
A estas alturas es muy probable que Petro gane, si es que la tendencia de las encuestas y la voz de la calle se imponen a las denunciadas marrullas de la Registraduría. También podría ocurrir otra alzada de votos de Hernández, tan sorpresiva y dudosamente explicable, como en primera vuelta; mientras se escucha la voz de una excandidata mediocre y pendenciera acusando a la campaña del Pacto Histórico de andar comprando millones de votos, sin soportar su denuncia mediática con una sola prueba.
Al mismo tiempo, se registran las maromas argumentales con las que el uribato en pleno y resignados apoyos de última hora subieron a la “rodolfoneta”, al parecer por miedo a la temeridad de un exguerrillero con 30 años de vida pública en riguroso escrutinio quien, prometiendo cambio, pone en riesgo la cimiente envenenada del establecimiento.
Que Petro pueda perder no solo está en las cuentas del moribundo uribato, desesperado por ser aceptado, así sea de incognito y sin poder conceder la bendición oficial de su caudillo en la liga anticorrupción que, con sagacidad mediática, catapultó a un candidato improvisado, moralmente desobligado, sin conocimiento de la Constitución, ni respeto por la ley con la que se limpia el cuatro letras.
Las huestes del dueño del Ubérrimo, para sobrevivir, cuentan con la aquiescencia de quien recibe “a la Virgen Santísima y a todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”, según se le ha oído declarar; acrecentando el global de quienes se alinean a las variopintas fuerzas recalcitrantes: defensoras a ultranza de lo establecido, radicales conservadores, figuras de derecha, contratistas venales, alimentadores habituales de la maquinaria, e incluso sujetos moderados que otrora posaban de alternativos, y hoy suman su apellido al minado discurso del «todos contra Petro» y “cualquiera, menos Petro”, que envenenan el pluralismo electoral.
Mientras la noche avanza, el árbol crece y sus frutos más jóvenes maduran alimentados con miedo, odio y desesperanza. La conquista definitiva del voto joven, disperso en las pasadas elecciones, para cualquier campaña, resulta imposible en los 20 días que transcurren entre la primera y segunda vuelta, dejando en remojo la potencialidad de afectar el desánimo electoral en este determinante segmento poblacional.
Aunque las estrategias de redes y de marketing político emocional parecen haber funcionado en favor de Hernández, queda por verse si esa sea la única estrategia de conquista del novel electorado, y hasta dónde habrá logrado catapultarse Petro entre quienes afinan su opinión influenciados por opinadores en redes sociales y productores de trinos, tiktokers, youtubers y diferentes alternadores de voces incidentes en espacios juveniles. Unos y otras, compiten con la sostenida capacidad del periodismo en medios tradicionales para difundir ideas y deslizar esencialismos persecutorios que envenenan el árbol de la libertad de opinión e información.
En suma, la larga campaña a punto de cerrar evidencia que la proliferación de opciones políticas y alternativas electoreras no necesariamente expresa diversidad ideológica en una sociedad nutrida por la desinformación, la orientación tendenciosa, la trifulca informativa, la parcialidad sectaria, el fanatismo mediático, y la obcecación con las figuras carismáticas, tanto como con los perfiles clientelares que envenenan el espectro de la representación social y política.
Al final, la actual contienda política revela las condiciones de disputa del poder que enfrenta a las elites consolidadas con las fuerzas emergentes, demandando reciprocidad en el reparto de la riqueza, alto compromiso con todas las formas de justicia, austeridad y control a las partidas presupuestales cargadas al erario, superación de la crisis alimentaria y mayor equidad en los beneficios sociales de la economía del capital; en una sociedad que debería asumir la lucha frontal contra la evasión, las exenciones leoninas y la corrupción rampante, como campo nutricio en el que deberíamos fertilizar la provechosa siembra del árbol de la libertad democrática.