#Fuck the police: el antirracismo como eje articulador de las luchas populares en el mundo

por Melquiceded Blandón Mena

Durante el siglo XX, y como un elemento incontrovertible de nuestros tiempos, la sociedad estadounidense se construye como el referente y representación de las tendencias económicas, políticas y sociales del mundo contemporáneo. Sin desconocer las realidades vernáculas, las particularidades territoriales, los procesos de resistencia cultural y las potencias y capitales emergentes, las elites estadounidenses agencian e imponen – por todo el hemisferio – su proyecto hegemónico mundial. Para un ejemplo de esta situación, después de la segunda guerra mundial, el bloque en el poder gringo definió las tendencias políticas del mundo: desarrollo, lucha contra el comunismo, desarrollo humano, guerra contra las drogas, ‘’libre’’ mercado, guerra con el terrorismo; y en Colombia, entre 2002 – 2009 impusieron el discurso y la política de la guerra, pero entre 2010 – 2017 promovieron el cambio hacia el discurso y las políticas para la construcción de la paz. Y sigue, como el eterno retorno de lo mismo.

Sin embargo, y como la realidad es en esencia contradictoria, en Estados Unidos también han emergido movimientos sociales, tendencias políticas alternativas y procesos de resistencia social que han marcado grandes épocas o momentos revolucionarios para el mundo. Tal es el caso del movimiento negro por los derechos civiles, el movimiento contracultural hippie, el movimiento antimilitarista contra la guerra de Vietnam, el movimiento ecologista, el feminismo negro, el movimiento de liberación LGBT, entre otros sujetos históricos que marcaron el devenir político en occidente.

La partitura en contexto nos permite comprender la ola de movilizaciones antirracistas y populares que han marcado el escenario político de los últimos dos meses en grandes ciudades de EE.UU., como Nueva York, Miami, Chicago, Washington, Los Ángeles, entre otras, con un correlato en ciudades de otros países como Madrid, Londres, París, Berlín, Lisboa, Sídney, Seúl, Tokio, Ottawa, entre otras. En América Latina, se presentaron protestas en Colombia y Brasil. Esta coyuntura histórica, denota como desde los Estados Unidos, emerge un nuevo ciclo histórico de luchas y protestas contra el racismo, la violencia policial, las políticas de exclusión y desposesión social del capitalismo contemporáneo. 

Pero, en esta coyuntura ¿Cómo emerge el eje articulador entre el antirracismo y las luchas populares?

EE.UU. se construyó sobre la base de cientos de años de esclavitud y mantuvo leyes de segregación racista parecidas a las del apartheid hasta la década de 1960. La exclusión racial es un rasgo del régimen político y de la estructura socio – económica estadounidense, en tanto, de acuerdo al Urban Institute, en 2016, el patrimonio promedio de una familia blanca era casi siete veces mayor que el de una familia negra en EE.UU., la brecha de los recursos económicos entre blancos y negros era mayor en 2016 que en 1983, año en que se recopilaron por primera vez los datos de riqueza familiar negra, mientras el porcentaje de blancos que vive en condición de pobreza es del 8%, el de los negros es del 20%, por tanto, hay 8,9 millones de afroamericanos que viven en la pobreza, según los últimos datos de la Oficina del Censo de EE.UU. El desempleo, de más del 10% en esta población, es más del doble que entre los blancos. En 2016 la tasa de asesinatos a manos de los cuerpos policiales fue de 10,13 por millón entre la población indígena, 6,6 por millón entre los negros, 3,23 entre los latinos, 2,9 entre los blancos.[i]

La marginación, la falta de perspectivas por el desempleo, la discriminación racial en diferentes ámbitos de la sociedad, la permanente mirada de sospecha policial que se cierne sobre la juventud afrodescendiente, el abuso de actuaciones policiales sistemáticas que les asesinan, y la impunidad policial son los ingredientes en el crisol de estas revueltas.

Las movilizaciones antirracistas y populares estallaron el 25 de mayo del presente año, con el asesinato policial de George Floyd, muerte que encendió una pradera, que venía incitándose con las muertes de cientos de afroamericanxs a manos de la policía, como fueron los casos de Trayvon Martin, Ahmaud Aubrey, Breonna Taylor y Rayshard Brooks, que al igual generaron en su momento oleadas de movilizaciones antirracistas. El movimiento actual centra su atención en el racismo, inequidades estructurales y en el uso de una violencia policial percibida como sistemática hacia los afrodescendientes.

Sin embargo, el antirracismo como eje articulador de las luchas populares, emerge en la medida que la muerte de George Floyd, es el hecho que logra cohesionar toda la solidaridad clasista de diversos sectores, como los inmigrantes que padecen el clima de odio racial contra todo lo que no sea blanco americano que promueve el gobierno actual; los estudiantes de  secundaria que ya cumplen dos años movilizándose por al cambio climático y la justicia ambiental; jóvenes y adultxs jóvenes universitarios que participan en sus primeras protestas y acciones colectivas; jóvenes y sectores progresistas que participaron de la campaña de Bernie Sanders para las elecciones de 2020; organizaciones y colectivos localizados en torno a la lucha contra la  brutalidad policial, el encarcelamiento masivo y el cierre de cárceles; organizaciones populares que luchan contra las demandas de cancelar los alquileres; voluntarixs organizados en todo el país para proporcionar alimentos y suministros sanitarios a las personas en comunidades vulnerables; los sindicatos y trabajadorxs del transporte público y la salud; individuos políticamente interesados en participar en acciones colectivas, pero que no pertenecen a ninguna organización; el movimiento feminista negro; veteranos del movimiento de derechos civiles de los 60; sindicalistas; religiosos; académicos; músicos y otros artistas; como también indígenas y los homeless, en fin, múltiples fracciones organizadas como un frente popular.

Esta primavera de lucha popular, les da otro contenido a las luchas antirraciales en el mundo. El movimiento Black Lives Matter, con sus consignas #Fuck the police, #defund the police y #No justice, no peace, ha logrado articular el amplio espectro de movimientos y organizaciones progresistas en Estados Unidos, ha logrado sostener el nivel, intensidad y diversidad de la protesta, ha puesto sobre el debate el rezago de la agenda social, la violencia policial, pero también ha obligado a un rendimiento de cuentas históricas del establecimiento supremacista blanco. Un buen balance. Sin embargo, tiene por pasar una de sus pruebas más definitivas, sobrevivir a las cooptaciones y planes de desestabilización propios de la etapa electoral que se avecina, pues es allí donde se tiempla el carácter «…ya Don Quijote pagó caro el error de creer que la Caballería Andante era una institución compatible con todas las formas económicas de la sociedad»[ii].

[i] Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI).  http://www.uit-ci.org/index.php/noticias-y-documentos/95-declaraciones/2590-2020-05-30-11-54-40

[ii] Marx. El Capital, Tomo. I. FCE. México, Pág. 46.