Día histórico para Quibdó

6 de Febrero de 2024

Por: John Jairo Blandón Mena

El acceso a agua potable es condición indispensable para tener una vida con dignidad. Todas las actividades de cualquier ser viviente están ligadas indisolublemente al líquido vital. Sin embargo, los habitantes de buena parte de los territorios del litoral Pacífico, padecen en pleno siglo XXI la mayor vulneración a los derechos humanos de una comunidad: no contar con saneamiento básico.

En la región Pacífica, menos del 45% de la población cuenta con agua potable. Un caso icónico es Quibdó. Un territorio que a 376 años de fundado, solamente pudo inaugurar su “acueducto” hasta 1942. El de Bogotá data del siglo XVI. Sin embargo, el de la capital chocoana fue diseñado y construido para 10.000 personas; hoy la ciudad cuenta con aproximadamente 150.000 habitantes.

Ese acueducto rudimentario y vetusto que toma sus aguas del contaminado rio Cabí, presta su servicio por un poco más de 3 horas diarias a mucho menos de la mitad de los quibdoseños. El resto de los habitantes de esta golpeada ciudad, tal como en las peores épocas coloniales, sobreviven de las aguas lluvias o de las quebradas circundantes.

El acueducto de Quibdó, como casi todas las entidades públicas chocoanas, fue intervenido desde 2005 por el centralismo racista que considera incapaces de administrar a los nativos de esas tierras; abrogándose el derecho de orientar y direccionar con fórmulas tecnócratas desde Bogotá que terminan siendo más corruptas y desintitucionalizadoras que las propias. 

Así la Superintendencia de Servicios Públicos primero, y luego la ETA, una empresa operadora de Pereira, convirtieron a la otrora Empresas Públicas de Quibdó en una entidad inservible e inepta para mejorar y ampliar el servicio. Hoy, la operación está en manos de Empresas Públicas de Medellín, aunque ha realizado algunas inversiones, sigue teniendo un balance negativo frente a la garantía de derechos: menos del 50% en cobertura de agua potable y 21% de alcantarillado. Pero si un negocio rentable, al que se le suma la recolección de residuos sólidos.

El acueducto que necesita Quibdó esta sobre diagnosticado y estudiado. Un acueducto por gravedad y no uno por bombeo. Aguas que se tomarían del río Ichó que está por encima del nivel de la ciudad. Aunque estos estudios han pasado de gobierno en gobierno, como los de la vía Medellín – Quibdó, y se han hecho anuncios desde la misma intervención centralista de las Empresas Publicas de Quibdó en 2005. Lo cierto, es que todos los presidentes desde ese entonces le han quedado mal a los quibdoseños.

Por eso, valoro enormemente que Gustavo Petro reconoció esa deuda histórica: “Quibdó es la capital más pobre de Colombia. Si su mayoría de población es negra, si dijimos que íbamos a construir igualdad social hasta donde podemos, ¿cómo es que nuestro Gobierno no ha asumido el acueducto de Quibdó?”. y el primer mandatario se comprometió a apropiar y destinar los 300 mil millones para iniciar y avanzar en las obras que dignificarán la vida en este territorio desde siempre excluido.

Esta vez creo y tengo fe. A pocos días de la orden presidencial, la ministra de Vivienda, Ciudad y Territorio aterrizó en Quibdó, y junto a la gobernadora y al alcalde definieron la hoja de ruta para la elaboración de un plan maestro que permitirá la planificación y ejecución de las obras para que el 100% de los habitantes de Quibdó tengan agua potable. Esperemos que el clamor de miles de chocoanos en el paro cívico de 2007: «¡Agua, agua, agua!» sea una realidad en el corto plazo para los quibdoseños. De serlo, hoy sería un día histórico para Quibdó.

Sobre el autor

Abogado de la Universidad Católica Luis Amigó. Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Especialista en Métodos de Enseñanza Virtual de la Universidad Católica del Norte. Especialista en Estudios Afrolatinoamericanos y Caribeños de Clacso. Magíster en Educación del Tecnológico de Monterrey. Y actualmente Candidato a Doctor en Educación de la Universidad Católica Luis Amigó. Se ha desempeñado como docente universitario. Coordinador del Equipo de Trabajo de Medellín en el Proceso de Comunidades Negras (PCN). Coautor de libro: Debates sobre conflictos raciales y construcciones afrolibertarias. Editorial Poder Negro. 2015.
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