Con rumbo a ninguna parte: migración hondureña a Estados Unidos
Por: John Jairo Blandón Mena
Una larga caravana de hondureños compuesta por miles sale diariamente desde San Pedro Sula, ciudad en el extremo norte de ese país, con la intención de llegar a los Estados Unidos. Buses, camiones, camionetas y todo tipo de vehículos más cientos de personas caminando es la postal permanente que ofrece esa localidad; desde allí se inicia la peligrosa travesía hacía territorio norteamericano que en lo que va corrido de 2021 contabiliza alrededor de 100.000 personas, que, en la mayoría de los casos, según autoridades locales, no llegaron al pretendido destino.
El primer tropiezo que deben enfrentar quienes emigran es cruzar por “Agua Caliente”, punto fronterizo entre Honduras y Guatemala, allí el ejercito de este país recibe a sangre y fuego a los migrantes, el uso de la fuerza ha sido tan desmedido y violatorio de los derechos humanos, que ha propiciado la reacción diplomática por parte del Gobierno hondureño, que ha puesto en vilo las ya distantes relaciones entre esos dos Estados.
Antes de continuar escribiendo sobre el tortuoso camino que implica adentrarse en territorio mexicano y atravesarlo hasta llegar a Río Grande, frontera natural entre México y Estados Unidos; es necesario señalar los porqués del crecimiento exponencial de este fenómeno migratorio. Honduras está capturada por una elite política corrupta que ha incentivado una violencia sin precedentes en las últimas décadas, la inestabilidad política se exacerbó desde el golpe de estado que se le asestó al entonces Presidente constitucional Manuel Zelaya en el 2009, y que interrumpió la incipiente sucesión democrática en ese país que venía desde la expedición de su constitución en 1.982, con la que se terminó con más de cinco décadas de dictaduras y gobiernos militares. Y por si esto fuera poco, en el plano político, el actual mandatario está sub judice por probados nexos con estructuras narcotraficantes que lo tienen ad portas de una orden de captura internacional.
La economía hondureña sufrió tremendamente por el paso de los huracanes Eta e Iota por el pequeño territorio, hasta el momento, el corrupto gobierno no ha tenido poder de reacción en la reconstrucción. El relato de un hombre migrante capturado por autoridades mexicanas lo explica todo “no hay salud, educación ni oportunidades para sobrevivir. La situación económica está difícil, tengo más de seis meses de buscar trabajo y no encuentro nada, la canasta básica está cara”.
Retomo el relato migratorio, aunque la postura oficial del gobierno mexicano es la captura de los migrantes para garantizarles un retorno seguro hasta Tegucigalpa e impedir la permanencia en su país o el acceso a los Estados Unidos, lo cierto es que la Guardia Nacional actúa despiadadamente contra las caravanas migrantes, en el río Suchiate, cruce fronterizo entre Guatemala y México los reciben enfrentándolos con potentes fuerzas antidisturbios, algunos migrantes logran internarse en terrenos selváticos y evadir las acción policiva y militar, otros logran contactarse con mafias que a cambio de altísimos pagos los transportan por carreteras y trochas fundamentalmente en la noche hasta dejarlos libres para el cruce del Río Grande. En ese proceso se presentan todo tipo de vejámenes, abusos, violaciones a mujeres y niños; las muertes no están documentadas, pero según algunas ONG abundan por decenas.
Los que logran llegar a Rio Grande, valga decir, una ínfima minoría de los que partieron de San Pedro Sula, quedan a merced de los “Polleros”, personas que utilizando balsas o pequeñas lanchas improvisadas tratan de cruzar el río burlando a los experimentados agentes migratorios estadounidenses. Relatan migrantes que los polleros “inflan un bote, lo cargan con 15 personas, gritan a los niños que dejen de llorar y reman con frenesí para cruzar en unos minutos el Río Grande, hasta Estados Unidos” esa operación se repite diariamente varias veces en la noche.
Su captura es facilísima para los Agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense (CBP) que tienen monitoreado y controlado el transitado paso fronterizo.
La peor situación la pasan los menores, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos afirma que en los últimos tres meses 28.000 niños llegaron a poder de las instituciones migratorias; de ellos, cada mes en promedio 500 son detenidos sin acompañamiento y sin noticias del paradero de sus padres o responsables; al parecer el decreto presidencial de Biden que permite el ingreso a territorio de Estados Unidos de menores de 17 años sin sus padres o familiares ha motivado que algunas familias prefieran no volver a ver a sus hijos, pero asegurarles un destino mejor que el que tienen en sus propios países condenados por el infortunio.
Foto Afp/ Archivo