Ciudades sostenibles: bienvenidos al futuro

Por Última actualización: 19/11/2024

Por: John Jairo Blandón Mena

Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) son el segundo mayor productor de petróleo, gracias a los más de 15 millones de barriles que extraen diariamente han logrado posicionar su economía dentro de las más boyantes del planeta, su industria de hidrocarburos es absolutamente poderosa, cuentan con el campo Ghawar y la refinería Abqaiq, los más grandes y tecnológicos del mundo. De igual manera, las reservas de este país ubicadas principalmente en la región fronteriza con Kuwait solo son superadas por las de Venezuela.

A pesar de lo anterior, Los EAU desde hace varias décadas vienen invirtiendo ingentes recursos provenientes de su renta petrolera en un plan para garantizar la sostenibilidad de su economía cuando la demanda de los combustibles fósiles disminuya o termine. Toda esa proyección está contenida en el documento “Saudí Visión 2030” desarrollado bajo la dirección del príncipe heredero Mohamed bin Salman, quien funge como Viceprimer Ministro del país. La diversificación de su producción es el propósito principal de ese marco de acción estratégico, invertir en sectores como salud, educación, infraestructura, recreación y turismo marcan la columna vertebral de esa política de Estado.

La construcción de ciudades sostenibles es un elemento fundamental en la proyección del gobierno saudí, desde comienzos del siglo XXI, se propusieron erigir sobre su desértico territorio metrópolis que ofrecieran calidad de vida a sus habitantes sin poner en riesgo los recursos naturales. En 2011, fue erigida en Abu Dabi una de las primeras ecociudades del mundo que bautizaron como “Masdar”, localidad que se planeó y cimentó para ser totalmente autosuficiente y dependiente de las energías limpias provenientes de su mega planta fotovoltaica. Sin embargo, en este primer experimento de los acaudalados árabes hubo algunas condiciones como la construcción de los sistemas masivos de transporte que no funcionaron como estaban en el plan inicial. 

Por esa razón, se aprestan a empezar durante el primer trimestre de este año la construcción de “The Line”, la que se proyecta como un conglomerado urbano sin calles ni automóviles y con la utilización total de energías limpias. En lo que pudiéramos llamar su maqueta inicial se describe como una ciudad que integrará la movilidad sostenible, la alimentación ecológica y de proximidad, la  economía circular y el uso de algoritmos de inteligencia artificial  para optimizar el relacionamiento ciudadano. El millón de personas en promedio que vivirán en “The Line” tendrán todas sus necesidades básicas a menos de 5 minutos a pie desde sus residencias, habrá hiperconexión para evitar las congestiones humanas, no existirán las emisiones de carbono y el único medio de transporte será masivo, subterráneo y de ultra velocidad.

No menos importante será el aporte a la economía de esta nueva forma de vida que proyectan los saudíes, El Fondo saudita de Inversión Pública que financiará la mega obra señala que 380.000 personas se emplearan en la construcción de esta nueva metrópoli, y su aporte en el mediano y largo plazo al Producto Interno Bruto del país será de 40.000 millones de euros, justo el camino que ellos desean transitar para reducir su dependencia total de la industria petrolera.

En la actualidad, los chinos hacen lo propio con la construcción desde 2018 de “Xiong’an”, cerca de Pekín, que ante la debacle de la contaminación en ese país por el crecimiento desbordado de su población, del parque vehicular y de su industria, se proyecta como una ciudad ecológica y 100% sostenible, en la que invertirán 580 mil millones de dólares y que será en un par de décadas una ciudad que unificará varias decenas de pueblos rurales que para 2035 tendrán una población de 25 millones de habitantes, y cuyo territorio se extenderá en un área de aproximadamente 2.000 km2, unas tres veces el tamaño de New York.

Y, mientras países con una importante producción petrolera como Suecia y el aquí mencionado: Arabia Saudita buscan otra producción distinta a la petrolera que les permita diversificar su economía y no depender de los contaminantes e insostenibles ambientalmente combustibles fósiles, Colombia quiere atar su existencia económica de la producción minera y petrolera, desconociendo por un lado hacia dónde va el mundo, y por otro, que hemos sido desde siempre un país eminentemente agrícola. Y, la agricultura bien manejada es una verdadera fuente de riqueza para todos.

Sobre el Autor: John Jairo Blandón Mena

John Jairo Blandón Mena