Por Federico Pita[i]
“Negro no es una cuestión de pigmentación, negro es una actitud mental”
Steve Biko
En la Argentina la historia de los afrodescendientes se remonta al período colonial. El puerto de la Ciudad Buenos Aires, en algún momento capital del Virreinato del Río de la Plata, fue el acceso de africanos y africanas traídos como mano de obra esclavizada durante el período de la trata transatlántica. Un registro para la Corona Española de 1778 nos informa que en la Ciudad de Buenos Aires el 30% de sus habitantes eran negros y mulatos. En provincias como Tucumán representaban el 64% de la población, en Santiago del Estero, el 54%; en Catamarca, el 52%; en Salta, el 46% y en Córdoba, el 60%. Para 1810 diversos estudios consideraban que la población de negros y mulatos constituía más del 30% de la población total del Virreinato.
Cuando aún la organización del estado nacional estaba por concretarse, calaron en las élites ideas vinculadas al darwinismo social y al racismo científico de la época. Así se difundió rápidamente la idea de que la civilización y la modernidad serían posibles sólo a través del blanqueamiento de nuestra población. Para lograr ese “progreso” tan deseado, era necesario alterar la composición racial de la población de la confederación argentina. Hacia mediados del siglo XIX se comienza a instalar en el discurso oficial que la población afrodescendiente o de origen africano ha mermado al punto de su casi extinción; Domingo F. Sarmiento, de hecho, lo afirma en su libro “Facundo” (1845). Además de la invisibilización simbólica, se procedió por medio del genocidio, de la promoción sistemática de inmigración europea, el negacionismo historiográfico y de la eliminación de la variable racial en los datos estadísticos. De esta manera se construyó el gran mito de la Argentina como nación blanca y europea. Lamentablemente, este proyecto tuvo consecuencias devastadoras para la comunidad afrodescendiente argentina; no sólo en términos de vidas perdidas sino también en las condiciones de existencia de los y las sobrevivientes: lograron normalizar, hacer parte del sentido común, la idea de que en la Argentina no hay población negra nativa.
En la actualidad, la invisibilización simbólica llevada a cabo por los fundadores del proyecto de blanqueamiento nacional ha traído como consecuencia el negacionismo y la extranjerización de los y las afrodescendientes argentinos/as. Dada la inmigración de población africana y afrodescendiente de otros países latinoamericanos, ya pocos sostienen que no hay negros en Argentina. Lo que se niega es que existan negros argentinos.
La realidad es que alrededor de 2 millones de argentinos y argentinas responden al término afrodescendiente, de los cuales un componente minoritario es extranjero. A diferencia de otros países de la región donde el segregacionismo, la endogamia y/o la poca población de origen blanco europeo han desalentado el mestizaje, en Argentina proliferaron los matrimonios mixtos, lo que provocó un blanqueamiento relativo de su población y, por lo tanto, en términos fenotípicos la enorme mayoría de la población afrodescendiente argentina tiene una oscuridad de piel más clara que la adjudicada en el imaginario colectivo a los negros. Lo que refuerza el triple proceso de invisibilización-negación-extranjerización.
En la actualidad el racismo estructural mantiene a las personas afroargentinas como ciudadanas de segunda clase, a la vez que les niega su identidad, ocultando la raíz de la discriminación. Al mismo tiempo, desde reparticiones públicas del Estado y desde la academia, asocian sistemáticamente el racismo al fenómeno migratorio, contradiciendo las estadísticas oficiales del último censo nacional (2010) que indican que más del 92% de la población afrodescendiente es nacida en el país.
Un gran desafío que tenemos por delante es romper con el círculo vicioso invisibilización-negación-extranjerización, para siquiera poder comenzar a andar el camino de la justicia racial en la Argentina.
[i] Politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y activista afroargentino. Fundador de la Diáspora Africana de la Argentina (DIAFAR). Miembro de la Articulación Regional de Afrodescendientes de las Américas y el Caribe (ARAAC). Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO: Crisis civilizatoria, reconfiguraciones del racismo, movimientos sociales afrolatinoamericanos. Nacido en la Ciudad de Buenos Aires en 1979. El activismo a favor de la causa afroargentina es parte de su historia familiar: su abuelo, Justo Pita, fue uno de los organizadores de las fiestas de carnaval de la comunidad afroporteña de la segunda mitad del siglo XX, su tía Micaela Cuello fue co-fundadora del club afroporteño “Martín Fierro” y su tío abuelo Enrique Nadal, exiliado durante la última dictadura militar, fundó el Comité Argentino Latinoamericano Contra el Apartheid.

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