Implosión gubernamental
09 de febrero de 2025
Por: John Jairo Blandón Mena
El actual gobierno pareciera destinado a autoinfligirse y a destruir por su desmérito lo que debería ser un necesario proyecto de cambio para el país. Cada día van quedando retratadas las incoherencias generadas en una gobernanza centrada en la figura omnipotente y egocéntrica de un presidente; quien, a juzgar por el Consejo de ministros de ayer, solo oye sus propias concepciones e intereses.
Petro, cada vez más, desdibuja su imagen de estadista erigida en años de trasegar político. Ensimismado y distanciado de sus propios colaboradores, y con una narrativa en la que muestra desconexión con los padecimientos de la nación. Pero; principalmente, por sus desaciertos en las designaciones de algunos de los miembros del gabinete ministerial. No hay rigor político ni técnico en las definiciones de los responsables de las tareas más prominentes del Gobierno.
Las acciones desafortunadas del Presidente de la República no denotan simples errores, sino el actuar unilateral que no consulta a sus asesores, quienes deben sopesar las consecuencias y expresiones del primer mandatario. Recientemente, los mensajes en la cuenta de Gustavo Petro en la red social X sobre migrantes y acciones militares en el Catatumbo evidencian la irresponsabilidad de manejar las comunicaciones oficiales sin responder a la oficialidad, sino a los vaivenes personales.
Las frases grandilocuentes de Gustavo Petro y sus reiteradas referencias literarias para explicar acciones del Gobierno Nacional o descalificar el desempeño de sus propios funcionarios en el Consejo de Ministros ayer fueron desafortunadas. Ello no guarda relación con la eficacia en el cumplimiento de las metas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo. Ni responde a los requerimientos y llamados de los sectores populares, que en temas como el de la paz, no han sentido los tiempos de cambio.
Incluso, los innegables avances del Gobierno del Cambio se minimizan con las acciones contradictorias propiciadas por el presidente. Cuestionar públicamente la lealtad, efectividad, coherencia política o claridad de sus ministros respecto al proyecto, no habla mal de ellos, sino del propio Petro, quien los designó y los mantiene en los cargos.
Por otro lado, es evidente la ausencia de disenso y el exceso de adulación de algunos colaboradores frente a la figura del presidente. Y no es como Petro pretende calificarlo de manera desacertada, una división entre adeptos a Armando Benedetti y quienes no lo son. Es todo lo contrario, lo que se presenta es una discusión sobre la coherencia de las acciones del Gobierno con las promesas de campaña y el propósito de transformación real para el país.
El presidente es el único responsable de su gabinete ministerial. Y lo cierto, es que en medio de las contradicciones que afloraron ayer en el Consejo de ministros, es absolutamente claro que en estas condiciones no hay posibilidad de avanzar en la concreción de los retos que aún le quedan a este gobierno.
La coherencia política debe servirles a quienes hablaron desde la inconformidad por lo que ha sido el Gobierno dar un paso al costado y permitirle a Petro que intente reivindicarse con nombramientos que le permitan terminar con mediana asertividad su cuatrienio. Esto no aplica para la vicepresidenta Francia Márquez, quien valdría la pena no olvidarlo, fue elegida por voto popular, porque si de Petro dependiera, seguramente no estuviera en ningún cargo.
