Menos perorata y más acción
16 de mayo de 2023
Reza el adagio popular “quien mucho habla, mucho yerra”. Y eso pareciera estarle ocurriendo a buena parte de los gobiernos locales y hasta al nacional. De una misma administración, habla el uno, habla el otro y terminan siendo evidentes contradicciones entre ellos mismos.
La inmediatez de las comunicaciones por redes sociales y por el cada vez más creciente número de medios alternativos, sumados a los hegemónicos, terminan siendo una tribuna para que los funcionarios expresen permanentemente información no oficial para la galería, que inmediatamente tiene que ser contrarrestada o corregida por otro comunicado, otra entrevista u otro mensaje por alguna red social.
La simpleza y la trivialidad con que algunos funcionarios comunican asuntos de gran calado ponen en calzas prietas a sus respectivos gobiernos. Temas y decisiones técnicos se trasmiten a la opinión pública sin la debida rigurosidad, y el ruido que generan termina opacando el trasfondo real de la situación.
La semana pasada la ministra de Minas y Energía, en la calentura de una entrevista, propuso cambiar la fórmula con que se calcula el precio de la gasolina; a renglón seguido, tuvo que salir por los medios el ministro de Hacienda a reafirmar que en este gobierno no se va a llegar a esa medida.
Pero también, una declaración del presidente Gustavo Petro sobre el ELN puso en riesgo la mesa de negociaciones con esa guerrilla. Aun, ni siquiera el comunicado oficial de la Presidencia morigerando la postura del primer mandatario ha logrado estabilizar los ánimos de los negociadores del grupo insurgente.
Es necesario que los numerosos asesores de comunicaciones con que cuentan las administraciones en todos los niveles, tracen los lineamientos de qué, cómo, cuándo y por cuáles medios deben comunicarse las informaciones oficiales.
Una expresión inadecuada puede romper una relación diplomática, como cuando el canciller señaló que Panamá podía ser un departamento de Colombia. O, distraer la atención de la opinión pública y darle protagonismo a quienes buscan esas coyunturas para ejercerlo, tal es el caso, de las recientes declaraciones del Jefe de Estado sobre la Fiscalía durante su periplo por España y Portugal.
No pueden hacerse anuncios que aún no se han concretado, o que su materialización depende de instancias distintas de quien los señala. Recientemente, un alcalde en ejercicio, popular por el uso desmesurado de sus redes sociales, anunció que bajaría las tarifas de los servicios públicos en su ciudad. Pues por mucho que publicó varios tuits y fijó numerosos pasacalles anunciando su pretensión, aún no ha podido cumplir su anuncio, por la sencilla razón que ningún mandatario ni local, ni nacional puede bajar las tarifas por decreto.
No sé si lo gobernantes manejan el Twitter directamente o por interpuesta persona, lo que sí puedo asegurar, es que, por el impacto y el poder de un tuit, ellos están enterados en tiempo real de cada mensaje publicado. Así las cosas, hay gobernantes, incluyendo el nacional, que pueden publicar más de 15 diarios propios y retuitear otros tantos. Petro, que es líder en esas lides, ha tenido días con más de 60 trinos. Es necesario, que los gobernantes se desmovilicen de las redes sociales, que los ingentes esfuerzos y el tiempo invertido en casar decenas de peleas por esa vía, o enviando mensajes para responder o para desagraviar a sus gobiernos, sea remplazado por más horas en los territorios hablando con los colombianos de a pie, que no están pendientes del Twitter, sino de trabajar para transformar sus realidades y las de sus familias.
La buena acción de los gobiernos no se demuestra en acaloradas discusiones tuiteras, sino en la construcción en la calle, en la barriada, en cada territorio, con los nadies y las nadias como diría Francia Márquez. Que comuniquen las cifras y los informes oficiales los comunicadores, y los políticos, que se dediquen a hacer la política para generar cambio real. Y para eso, es pertinente, urgente y necesario que se desmovilicen del Twitter y de tanta discursividad y pasen a la acción real.