Legado sin legatario (a)
09 de diciembre de 2024
Una encuesta del mes pasado de Guarumo y EcoAnalítica revela una foto del momento de un hipotético escenario de contienda electoral a la Presidencia de Colombia. Por ser una foto, se tomó desde un ángulo en el cual algunos sectores terminaron siendo más visibilizados y favorecidos. Según los resultados de las encuestadoras los contradictores políticos del Pacto Histórico serían los victoriosos si hoy tuvieran lugar las elecciones presidenciales.
Un análisis político serio que atienda a la ruptura que padece la derecha por el desdibujamiento de su líder natural, subjudice e incapaz de aglutinar los diversos sectores de esa orilla del poder, concluiría que ninguno de los candidatos y candidatas provenientes del anti progresismo tiene la idoneidad de concitar las cada vez más diversas y disimiles facciones de la oposición. No podrá Vicky Dávila, por más que lo quiera, unir en torno a sí misma las fuerzas de otras figuras, que, como María Fernanda Cabal, ya se oponen a cualquier mecanismo de consulta interna para determinar candidato o candidata única de su partido.
Lo anterior, con la consideración que la señora directora de la revista Semana, tal como se hace con el aguacate, fue madurada a punta de periódico. Y es poco probable que apelar a la crítica acérrima del Gobierno Nacional, sin haber construido ni tener una propuesta política para la nación le alcance siquiera para sostener un dialogo con la Colombia profunda urbana y rural que pone electoralmente presidente.
Por el lado de las fuerzas progresistas, hay un exceso de confianza en lo que representa Gustavo Petro como fenómeno político, creen muchos que un ungido o ungida por el primer mandatario, por ese solo hecho sucederá su inmenso caudal electoral. Creo que eso solo aconteció cuando el entonces desconocido Cesar Gaviria, por obra y gracia de un discurso donde recibió las banderas del galanismo, termino siendo presidente con los votos del asesinado líder político.
Infortunadamente, todo parece indicar que las banderas del progresismo y del cambio que significó la elección de Petro pudieran estar siendo entregadas anticipada y equivocadamente a sectores santistas; que, desde luego, no representan las trasformaciones sociales que animaron la elección del actual primer mandatario. No es difícil ver que hoy el protagonismo y réditos políticos del Gobierno Nacional recaen en buena medida en agentes santistas, mientras, que los alfiles de Petro están dando las duras y más impopulares batallas.
Ha sido un error garrafal del Gobierno Nacional de cara a tener otro gobierno progresista en el 2026 haberle entregado por completo el manejo de la política a Santos y al liberalismo. De los tres ministros del Interior que ha designado Petro ninguno ha sido de izquierda, ni mucho menos progresista. De Prada, a Velasco y ahora Cristo, todos han pavimentado el camino para la incursión de uno de ellos o de algún ministro de su ala política con altísimo protagonismo actual como el próximo abanderado del cambio y quién sucederá a Petro. Sin embargo, eso entraña un riesgo, el cual es la aceptación de las bases populares de cualquier fórmula que no represente su verdadero sentir.
Entretanto, parece abrirse un amplio espectro para las especulaciones de los que se hacen llamar políticos de centro. Ante la confusión imperante en las orillas políticas, oportunistas –como ya se avizoran- buscarán sacar réditos. Fajardo podrá ser más coherente y será un jugador que en la tercera elección presidencial que afronta, intentará con más inteligencia que esta sea su vencida. De algo le tienen que haber servido las dos derrotas apabullantes que ha sufrido.
Lo cierto, considerando el título de esta columna, es que el progresismo tiene más luces que sombras sobre el eventual sucesor o sucesora de Gustavo Petro. Y el legado que dejará este gobierno (grande o pequeño, eso está para la discusión) podrá quedarse en manos de quienes no lo construyeron, o simplemente, será un legado sin legatario o legataria. Lo cual podrá hacer retroceder a esta nación en materia democrática y sumergirla en una esfera demencial de violencia.